Nuestro ex-presidente y actual responsable del área internacional, Paco Beltrán, participó el pasado Lunes 24 de Septiembre en el programa de radio “El rincón del deporte” de Antena Zaragoza (Dial 99.7 y accesible por internet en antenazaragoza.es). En este programa se comentó un escrito hecho por Joaquín Pastor, socio ANEFS, sobre las reflexiones del futsal femenino en España.
A continuación es pasamos el escrito:
Antes del verano, el entrenador de un equipo de fútbol sala de la primera división femenina se quejaba amargamente de que en la página web de la asociación nacional de entrenadores de fútbol-sala (ANEFS) no se hacía ninguna referencia, o muy poca, al fútbol sala femenino, y hacía una serie de preguntas, tales como ¿si no interesaba que las mujeres fueran técnicos (entrenadores)?, ¿si la asociación se había planteado trabajar en la formación de mujeres? y ¿cuántas mujeres salían en cada promoción?
Lamentablemente, lo que, en principio, surgía como una crítica desgarrada a una situación que es incuestionable (la poca atención que se presta al fútbol sala femenino), desembocaba, sin pretenderlo, en una clara incitación a la discriminación sexual de la mujer sobre el hombre.
El entrenador en cuestión confundía el culo con las témporas, sabía que hacía aire, pero no de donde venía, porque si hay algo que nunca se debe siquiera plantear es abogar por una educación, formación o docencia discriminada (algo de eso pretende hacer ahora algún grupo político y no me gusta señalar). La preparación física, las cuestiones técnicas o las diferentes tácticas a utilizar en cualquier deporte son, o deberían ser, iguales para el hombre y para la mujer, al fin y al cabo, en el fútbol sala, se trata de utilizar el mejor sistema para meter la pelotita entre los tres palos de la portería contraria, más veces que lo hagan las contrarias -valga la redundancia- en la nuestra… y ese sistema es igual para los machos que para las hembras.
En lo que tenía razón nuestro interlocutor, y no seré yo quien se la quite, es en la valoración que las autoridades deportivas, medios de comunicación y público en general hacen del deporte femenino en contraposición al masculino.
¿Quién no conoce en este país (incluso me atrevería a decir en el mundo) a Messi? Me aventuraría a asegurar que absolutamente nadie, salvo algún cartujo de clausura de algún convento enclavado en el corazón de los picos de Europa. ¿Quién conoce a Verónica Boquete? Tres y el músico, sus amigos, sus familiares y los que nos gusta el fútbol y el fútbol sala femenino y pocos más.
Bueno, pues Vero, que ha jugado en el Prainsa, equipo zaragozano de la primera división del fútbol nacional, pasó de éste al Español de Barcelona y durante los veranos jugaba la liga USA con un equipo americano. En esta competición fue elegida la VIP del fútbol femenino americano y hoy juega en un equipo sueco. Podríamos decir que es la Messi femenina y, sin embargo su nivel de popularidad no existe, es más bajo que el ibex 35.
¿Quién conoce a Eva Manguán, Eva Ortega, Anita Luján o Sara Iturriaga? Ese es el problema, pero no es un problema del fútbol sala femenino como parecía sugerir nuestro entrenador, es un problema mucho más amplio, es un problema del deporte femenino en general, al que no se le hace ni puñetero caso y el que, paradógicamente, cada vez consigue éxitos más importantes como ha sucedido en los últimos juegos olímpicos.
¿Quién conoce fuera de Aragón a Sheila Herrero, patinadora sobre ruedas, que ha conseguido 15 títulos mundiales, 136 europeos (42 como campeona de Europa) y 189 nacionales (88 como campeona de España)?
¿A quién le suena Gema Usieto, tiradora al plato aragonesa que consiguió el oro en foso olímpico en los Juegos de Seúl en 1988. Alcanzó también dos oros en los Campeonatos del Mundo (1991 y 1993), tres platas en los Mundiales y dos oros en los Europeos (1989 y 1993)?
En Aragón, este año, han desaparecido tres equipos femeninos de la élite, el Rótulos Plasneón de balonmano, el Man Filter de baloncesto y el Natudelia de fútbol sala y nadie ha hecho nada por evitarlo, nadie se ha rasgado las vestiduras, sólo los cuatro chalaos a los que nos interesa el deporte femenino.
Bien es cierto que los puristas podrán argüir que ¿cómo se va a subvencionar un equipo deportivo cuando hay gente que tiene problemas para poderse llevar un bocado a la boca? Y yo respondo que ¿cómo se puede permitir que eso ocurra y mientras tanto se paguen sueldos millonarios a los cristianos tristes?
Lo cierto es que el deporte femenino no tiene el tirón del masculino, las subvenciones del masculino, el tratamiento mediático del masculino… Pero, ¡leches! Las mujeres también tienen su corazoncito y, asimismo, exigen, o deberían hacerlo, que se les contemple cuando están tristes, no que se les deje languidecer y morir poco a poco, porque, “Entre todos la matamos y ella sola se murió”.