Este pedazito de historia ocupa un gran lugar en la memoria y el corazón de los amantes de este deporte. En el año 2000 el país centroamericano de Guatemala acogía la cuarta edición del Mundial de futbol sala, que con 16 equipos participantes, encuadro a los finalistas Brasil y España en los grupos A y D respectivamente, de los que acabaron como primeros tras ganar todos sus partidos.
En los cruces de semifinales, Brasil derrotó por 8 a 0 a nuestros vecinos portugueses, y España recibió más resistencia por parte del equipo ruso, al que vencieron por 3 a 2 gracias a un gol de Ibañes. El estadio Domo fue la sede de la final, y con el recuerdo de la final de Barcelona en el ’96, el sentimiento de revancha planeaba sobre la pista. El partido empezó bien con un tempranero gol de Daniel de penalti, pero los brasileños empataron gracias a Anderson. Javi Sánchez, con una espectacular chilena, avanzó a los nuestros, pero Tobías y Vander le dieron la vuelta al marcador hasta que Javi Rodríguez anotó, de doble penalti, el empate a falta de 5 minutos del final. Pero el sueño estaba por llegar: a falta de un minuto, España provocó otro doble penalti, Javi Rodríguez volvió a coger el balón y con un disparo raso cambio el rumbo del futbol sala español.
Así, un 3 de diciembre del año 2000 España bordó en su pecho la primera estrella de campeón del mundo y emocionó a muchos españoles para popularizar y hacer crecer este magnífico deporte.